Quería escribir un comentario hace días a propósito de la campaña electoral y la canción «Además nos votaréis» que ya lleva seis mil y pico visitas en tan poco tiempo. Cuidadín que no quiero hacer demagogia ni venderle burras a nadie (solo tengo una y es mi vehículo oficial como ministro de la felicidad), sino poner en orden mi cabeza y decidir por qué voy a votar y a quién. Es decir: esto es un striptease y poco más.
Creo que si queremos vivir en la democracia buena, saludable y auténtica por la que lucharon y murieron nuestros padres y abuelos, no sirve el «todos son iguales», «que se jodan como ellos me están jodiendo». Necesitamos regenerarla, administrar las ilusiones y seguir alimentando sueños de verdad; no sus sueños de la razón y los despidos. Hay que reafirmarse cada día en comportamientos cívicos y nuestra fe en la libertad. Somos animales políticos pues vivimos juntos en ciudades y pueblos.
A mí también se me han quitado las ganas de votar, claro. Pero soy solo un artista (no un comando sangriento de acción directa), mi revolución es la belleza y la conciencia y mis únicas armas las palabras. Algo puedo hacer -me digo- aparte de cruzarme de brazos, lamentarme y pudrirme por dentro.
Hay que mandar a sus casas y al paro a los inútiles y bastardos que me han emputecido y me han hecho hijo del miedo, esclavo y cobarde como ellos. La democracia no es un ritual cuatrienal sino una asamblea diaria y una participación y representación del pueblo soberano en todos los órganos de gestión de la sociedad.
Pero también es el derecho a votar que hasta hace 80 años las mujeres no podían ejercer en España y de nuevo, tras 40 años de retraso y represión, pudimos volver a practicar. ¿Tan desmemoriado, tan descerebrado eres?
¡Venga, guapito de cara, que voy con prisas! ¡Solo tengo un poquito de morbo por saber a quién vas a votar!